Diplomacia en la sombra

Los cónsules honorarios de Putin: injerencia, influencia y espionaje

Una investigación periodística global desentraña el uso que hace Rusia de estos delegados consulares en el mundo

El excónsul honorario de Rusia en Montenegro, Boro Djukic, posa con un arma en una imagen colgada en sus redes sociales.

La convulsa historia reciente de Montenegro, un pequeño país balcánico de menos de un millón de habitantes, pudo haber cambiado drásticamente a finales de 2016. La víspera de sus elecciones parlamentarias, las autoridades montenegrinas desarticularon un plan para derrocar al Gobierno, asesinar a su primer ministro proccidental e impedir la entrada de Montenegro en la OTAN. La fiscalía atribuyó el golpe frustrado a la inteligencia militar rusa y algunos de sus aliados en el país, que no tardaron en ver como el que fuera hasta 2006 un Estado confederado con Serbia se les escapaba de las manos. Solo unos meses después de la operación policial, Montenegro se integró en la Alianza Atlántica como miembro de pleno derecho.