La sociedad israelí vive sin la idea de futuro. Tampoco se instala en la romantización del pasado. Y así lo refleja su panorama político. En los últimos tres años y medio, el Estado hebreo ha sido escenario de cinco comicios. Los quintos se celebrarán el próximo martes. El pueblo israelí –si es que existe uno, entre seculares, ultraortodoxos y palestinos– apenas mira más allá del próximo año. Anclados en el conflicto por excelencia, no se detienen a atajar esos primeros síntomas de unos cambios que pueden alterar por completo el país y sus instituciones. La incapacidad de enfrentarse al mañana provoca una pérdida de contacto con la realidad, abocando a Israel a una esquizofrenia dentro y fuera de sus fronteras.
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Israel, un pueblo que no mira al futuro
En tres décadas, la mitad de la población israelí será ultraortodoxa y árabe, poniendo en riesgo el carácter judío y democrático del país
Bajo una amalgama de conflictos sin resolver, la sociedad israelí, variada y opuesta, vive a corto plazo con debates identitarios y políticos constantes
Dos judíos antes de un mitin del partido israelí Likud, liderado por Benjamin Netanyahu. /
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