Tras anular la bajada de impuestos

Arrecia la guerra entre los conservadores británicos con acusaciones de "golpe de Estado"

El sector afín a Truss recrimina a los rebeldes que intenten hacerla caer tras su giro en la política fiscal, mientras la primera ministra se niega a reafirmar su confianza en el ministro de Finanzas

Liz Truss y Kwasi Kwarteng. / Stefan Rousseau/REUTERS

Liz Truss ha recibido consejo de un experto en comunicación: “Lo mejor que puede hacer es no dar más entrevistas”. A su torpeza expresiva y los silencios embarazosos porque no sabe qué responder se añaden comentarios que echan más leña el fuego. Y de estos últimos hubo varios el martes. Cuando le preguntaron directamente si seguía confiando en su ministro de Finanzas, Kwasi Kwarteng, Truss eludió dos veces la respuesta afirmativa obligada, para despejar cualquier sospecha de fisura entre ambos. “Trabajo de manera muy cercana con mi ‘chancellor’. Estamos muy centrados en conseguir que crezca la economía”, fue lo que dijo sobre el particular. Cuando en otra entrevista le preguntaron por el cambio de plan sobre  la rebaja fiscal a los que cotizan más, Truss  dio a entender que la suspensión de esa medida había sido una retirada táctica y su posición a largo plazo no ha cambiado. “Quiero ver bajar los porcentajes más altos. Quiero que seamos un país competitivo” insistió, reavivando el contencioso apenas 24 horas después de que Kwarteng se viera forzado a abolir la impopular reducción y cuando todos en su equipo deseaban dejar atrás el asunto. La situación ha llegado a crear fisuras entre los conservadores, que se han llegado a describir como intentos de 'golpe de Estado' internos.

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