Si a los electores italianos no les ha entrado un miedo súbito en los últimos días en los que no ha habido sondeos, este domingo se disponen a convertir en próxima primera ministra a la ultraderechista Giorgia Meloni, líder del partido Hermanos de Italia, surgido de las cenizas del posfacista Movimiento Social Italiano (MSI). Una elección que inquieta a Europa porque supone un nuevo y gran salto en la consolidación y normalización de un discurso y una ideología en un continente que ya no se puede conformar con mirar a esas fuerzas reaccionarias y retrógradas como movimientos marginales o una fiebre pasajera, relacionada con descontentos y desarraigos coyunturales. La extrema derecha, dispersa por los distintos países en una constelación de fuerzas, ha llegado para quedarse, sostienen politólogos y analistas, ante la incapacidad de los partidos tradicionales para frenar su progresión, con el riesgo que eso comporta para el modelo de democracia liberal europeo.
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La ultraderecha pone en jaque a las democracias europeas
Las fuerzas de extrema derecha se consolidan con un gran poder de destrucción de los valores democráticos
Giorgia Meloni. /
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