Vivir en Tigré, al norte de Etiopía, es hoy en día prácticamente una condena a muerte. La peligrosidad de la guerra que allí se libra y la volatilidad de los periodos de relativa calma han dejado a más de seis millones de tigrinos sin la más mínima esperanza. La región se encuentra cerrada para los cooperantes y es muy poca la ayuda humanitaria que consigue llegar a la gente. El pasado miércoles el Gobierno etíope y los rebeldes de Tigré rompieron la frágil tregua que declararon el pasado marzo en la guerra que libran desde 2020. El viernes, los bombardeos del Gobierno sobre zonas civiles de la capital de la región, Mekele, acabaron con la vida de al menos cuatro personas, dos de ellas niños.
Conflicto en Etiopía
La ruptura de la tregua en Tigré sentencia a la población a la hambruna
La semana pasada, el Gobierno etíope y los rebeldes de Tigré rompieron la frágil tregua que declararon el pasado marzo en la guerra que libran desde 2020
Tras un asedio que duró casi un año, los convoyes humanitarios empezaron a entrar de nuevo en la región en abril, pero los trabajadores de las oenegés siguen teniendo dificultades para distribuir los alimentos
Soldados etíopes marchan hacia el Tigré en diciembre de 2021. /
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