Winston Churchill pronunció a comienzos de la Segunda Guerra Mundial una frase que resume las dificultades que han tenido históricamente los líderes occidentales para descifrar la política exterior rusa. “Rusia es una adivinanza, envuelta en un misterio, dentro de un enigma”. El aforismo ha recobrado toda su vigencia a raíz de la invasión de Ucrania lanzada por Vladímir Putin, una guerra que pocos esperaban y que el Kremlin justificó con una mezcla de viejos recelos hacia la OTAN y argumentos espurios respecto al liderazgo ucraniano o el “genocidio” de la población rusa del país. Nada de eso ha servido, sin embargo, para desentrañar las ambiciones últimas del Kremlin o dilucidar si Putin es un actor racional que ha perdido la cabeza por preservar la seguridad de su país o un déspota revisionista obsesionado con recuperar la grandeza del Imperio Ruso.
El nuevo Telón de Acero
Las fronteras de la ansiedad
Durante los próximos días, EL PERIÓDICO les ofrecerá un viaje a las fronteras rusas, con paradas en Finlandia, Letonia, Lituania y Polonia, donde más temor ha generado la invasión de Ucrania
Una torre de vigilancia rusa se asoma a Lituania en la frontera del enclave de Kaliningrado. /
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