El arquitecto Alexander Polyakov no puede mirar los árboles. Hoy ha decidido darse otra vuelta por el parque Krynychka. Observa los pinos y robles centenarios, ahora acribillados por la ira de las balas, y se entristece. En su barrio de Irpin, uno de los pueblos que entre febrero y marzo hicieron de escudo para la capital ucraniana, los soldados rusos se han ido desde hace semanas. Pero ahora también la naturaleza hace la guerra. La tierra desprende un repugnante olor a muerte, los pozos están contaminados, y las sobras bélicas enmugrecen también los boscajes más agraciados.
Tensión bélica en el Este
La naturaleza también está en guerra en Ucrania
Aguas contaminadas, basura en exceso y animales afectados son algunas de los primeros daños medioambientales registrados en el país hundido en la guerra con Rusia
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