Cayó el Muro de Berlín hace 33 años, pero la frontera emocional entre los dos mundos que se disputaron la Guerra Fría permanece en el asfalto y en la mente de muchos alemanes. Desde la madrugada del 24 de febrero, el país vive una pesadilla que le salpica. Su capital está a menos de 1.300 kilómetros de Ucrania. Llegan trenes desde Polonia con refugiados. En numerosos edificios ondean banderas azules y amarillas. Abundan los carteles de solidaridad y las pintadas que reclaman “no más guerras”. Alemania sabe de qué habla. Provocó dos mundiales y pagó un alto precio por la derrota.
Nómadas y viajantes
Alemania frente a sus demonios
El Bundestag ha ratificado la modificación de la Constitución que permitirá sobrepasar el límite del 2% del PIB destinado al gasto en Defensa
El canciller alemán, Olaf Scholz.
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