Israel amanece en alerta máxima. Un ataque en la ciudad de Elad, un bastión ultraortodoxo situado en el centro del país, ha dejado a tres hombres muertos y cuatro heridos, dos de ellos en estado grave. La policía sigue buscando a los dos asaltantes que supuestamente atacaron a los transeúntes con un hacha y un cuchillo la noche del jueves. Los sospechosos provenían de Jenin, donde las fuerzas israelís llevan semanas imponiendo un castigo colectivo por otro ataque ocurrido en Tel Aviv. En el peor derramamiento de sangre visto en años, la espiral de violencia ha dejado unas 18 víctimas mortales en el lado israelí y almenos una treintena en el palestino.
"Nuestros enemigos han emprendido una campaña de asesinatos contra judíos”, ha declarado el primer ministro, Naftali Bennett. “Su objetivo es quebrantar nuestro espíritu y fracasarán", ha añadido. Las autoridades locales no han tardado en definir este episodio como un "ataque terrorista". Se trata del sexto que sufre Israel desde finales de marzo. Además, este asalto llega en un momento especial para el país: la celebración del Día de la Independencia de Israel. En esta jornada, la ciudadanía sale a las calles a celebrar y festejar las más de siete décadas de existencia del país.
Además, en esta ocasión, el foco vuelve a ser la comunidad ultraortodoxa, la más conservadora de los grupos sociales del país. Otra ciudad mayoritariamente poblada por judíos religiosos, Bnei Brak, situada también a las afueras de Tel Aviv, fue atacada en marzo. Pero no es la única que se ha visto afectada en esta última oleada de violencia palestina. Además de Bnei Brak y Tel Aviv, ha habido ataques en Hadera y Berseba, al sur del país. Estos últimos fueron perpetrados por ciudadanos arabés-israelís que respaldaban al Estado Islámico, según las autoridades israelís. Los dos primeros se atribuyeron a residentes palestinos de la Cisjordania ocupada por Israel.
Castigo colectivo
Como respuesta, los territorios ocupados palestinos han sufrido el aumento de las incursiones militares y los arrestos masivos. En muchos casos, se detiene a familiares de los atacantes, que ya fueron neutralizados en el lugar de los hechos o en las horas posteriores, y se demuelen sus hogares a modo de represalias. “Pondremos nuestras manos sobre los terroristas y sus colaboradores, y ellos pagarán el precio”, ha declarado Bennett tras conocerse los ataques en Elad.
La ciudad de Jenin se ha convertido, en las últimas semanas, en una localidad cercada donde se suceden los enfrentamientos entre el Ejército israelí y los refugiados palestinos de los campos. Los atacantes de Elad han sido identificados por la policía como Asad Yusef Asad al Rifai, de 19 años, y Emad Subhi Abu Shqeir, de 20 años, ambos oriundos de Jenin. La fuerzas de seguridad han desplegado controles en las carreteras adyacentes a la ciudad, además de un helicóptero, para buscar un vehículo en el que aparentemente huyeron los responsables del crimen. Según los informes, los atacantes podrían haber entrado por una brecha en la valla de seguridad que separa Cisjordania.
“El asesinato de civiles palestinos e israelíes sólo conduce a un mayor deterioro en un momento en que todos nosotros tratamos de lograr la estabilidad y evitar una escalada”, ha denunciado el presidente palestino, Mahmud Abás, citado por la agencia oficial de noticias Wafa. Por su parte, Hamás, gobernante de facto en la Franja de Gaza, elogió el ataque vinculándolo con la violencia continuada en la Explanada de las Mezquitas en Jerusalén. “El asalto a la mezquita de Al Aqsa no puede quedar impune; la heroica operación en Tel Aviv es una traducción práctica de lo que la resistencia había advertido”, ha afirmado su portavoz Hazem Qassem.