Malvinas es una llaga abierta en el tejido social argentino. Todavía resulta muy difícil elaborar lo sucedido aquel otoño de 1982. El 2 abril de ese año, una dictadura en bancarrota, huyó hacia adelante. Tres días después de haber reprimido con saña una gran protesta social, recuperó las islas que estaban en manos de Gran Bretaña desde 1833. La Junta Militar no creyó entonces en una posible respuesta militar por parte de Londres más allá de la actoral bravata del general Leopoldo Galtieri, hombre fuerte entonces de la dictadura, que fue aplaudida por una multitud: "Si quieren venir que vengan, les presentaremos batalla". La guerra empezó un mes después, el 1 de mayo. El conflicto con Gran Bretaña y la OTAN duró 74 días. El régimen se deshizo en pedazos y abrió las puertas de la transición democrática. Cuatro décadas más tarde, los traumas de la guerra siguen a flor de piel en un país donde el relato de la "amputación territorial" es compartido por buena parte de la sociedad.
Secuelas de un conflicto
La herida de la guerra de las Malvinas sigue abierta 40 años después
La Junta Militar argentina dirigida por el general Leopoldo Galtieri arrastró al país a una guerra duró 74 días y que supuso una gran derrota para el país suramericano
Muchos de los soldados que participaron apena sabían disparar, algunos se suicidaron después, otros esperan que la justicia condene a los oficiales que les llevaron la guerra.
Militares argentinos inspeccionan los daños causados por un ataque de las fuerzas británicas en Puerto Stanley, en las Malvinas el 1 de mayo de 1982. /
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