"¿De dónde saco yo 900 euros?", se pregunta desesperada Tatiana Panibratova, una ucraniana establecida en Bescanó (Gironès) que desde que estalló la guerra en su país busca la manera de sacar de los bombardeos a su nieto, Artur, de 6 años, a su nuera y su consuegra enferma. Entre las oleadas de solidaridad y generosidad que ayudan la huida de los refugiados de la guerra, hay quien se aprovecha de esta situación desesperada para sacar tajada. La gerundense llamó a uno de los conductores de furgonetas que traen refugiados desde la frontera polaca hasta Barcelona, que le pidió la suma de 300 euros por persona. Fuentes policiales afirman que este negocio tiene poco de ilegal, aunque las oenegés especializadas temen que tras esta petición de dinero haya un chantaje a posteriori que pueda derivar en esclavismo doméstico o sexual.
Guerra en el este de Europa
Hasta 400 euros por traer a un ucraniano: la picaresca oculta tras la solidaridad con los refugiados
"Somos solidarios, pero no millonarios", dice uno de los conductores que cobra a los refugiados que quieren salir de Cracovia
Reportaje multimedia: resumen de un mes de guerra en Ucrania
Una furgoneta procedente de la frontera con Polonia con varias familias de refugiados llega en un municipio de Barcelona y es revisada por agentes de la Policia Nacional. /
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