Guerra en Ucrania

Zelenski abronca a los líderes mundiales desde su búnker de guerra

Usa referencias de los episodios más dolorosos de los países a los que se dirige y los compara con la guerra ucraniana

El presidente ucraniano tiene una voz política con un estilo propio

El presidente ucranianos, Volodímir Zelenski, en un mural en Poznan, Polonia. / EFE

Mario Saavedra

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Esta semana ha hablado ante las personas más poderosas de Estados Unidos y de Alemania, reunidas en el Congreso de Washington y el Bundestag de Berlín. La que viene suplicará ayuda ante los parlamentos de Francia y Japón. Antes le escucharon atentamente los líderes y parlamentarios de la Unión Europea y Reino Unido.

Volodímir Zelenski ha hablado ante el mundo con una voz política propia que le caracteriza. En sus discursos ante los líderes occidentales, utiliza un recurso muy destacado y que repite: escoge un episodio clave de la historia del país al que se dirige, establece un paralelismo con la situación ucraniana actual y se lo arroja a la audiencia. Un poco de reproche, un poco de petición de auxilio: establezcan una zona de exclusión aérea, Putin nos está masacrando. 

Ejemplo de este jueves ante los parlamentarios alemanes y su canciller, Olaf Scholz. El presidente ucraniano recuerda el muro que dividió Berlín tras la segunda guerra mundial. Un trauma nacional alemán. Zelenski dice que Putin está levantando otro. "No es un Muro de Berlín, es un Muro en Europa central entre la libertad y la esclavitud, y ese muro se hace más grande con cada bomba lanzada sobre Ucrania”. Y lo abrocha con otra referencia histórica, el famoso discurso que dio Ronald Reagan frente a la Puerta de Brandeburgo en 1987. “¡Derribe este muro, sr. Gorvachov!”, dijo el presidente estadounidense al entonces líder de la Unión Soviética Mijaíl Gorbachov. Zelenski muta las palabras. "Querido canciller (Olaf) Scholz: ¡destruya ese muro, dé a Alemania el papel de líder que merece!".

Así, Zelenski consigue que la audiencia empatice con la gravedad de su situación y la de su pueblo de forma inmediata, explica a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, diario que pertenece al mismo grupo que este medio, el experto en comunicación política Antoni Gutiérrez-Rubí. “Sus discursos apelan a las emociones nacionales fuertes e históricas: les dice que sus guerras anteriores tienen que ver con la que Ucrania sufre en estos momentos”. Consigue así en sus interlocutores proximidad y conexión emocional. “Son discursos valientes, porque al mismo tiempo denuncia la inacción, la pasividad o la falta de compromiso de Occidente”. 

Zelenski está intentando que la guerra que ha emprendido el gigante ruso contra Ucrania se convierta en un asunto internacional. La mera existencia de su Gobierno, quizá de su país, depende de ello. Y para ello usa “una retórica épica”. Es “Winston Churchill en camiseta”, según lo ha definido el periodista conservador estadounidense Lou Dobbs. El líder británico entró por la puerta grande en la historia por el liderazgo con el que guio a su país durante la guerra contra Alemania. Aquel, ataviado con un sombrero Homburg y un puro sempiterno. Este, Zelenski, con camiseta verde militar y barba de dos días. “Usa como Churchill el lenguaje bélico como arma política, porque está en guerra”, opina Gutiérrez-Rubí.

El líder ucraniano, un actor que obtuvo tres de cada cuatro votos en las elecciones de 2019, está lejos de conseguir lo que realmente quiere con estos discursos: una zona de exclusión aérea, que la OTAN evite a los aviones rusos volar sobre cielo ucraniano para bombardear a discreción. Occidente se niega porque teme una guerra frontal con Rusia, potencia nuclear.

Lo que sí ha conseguido es una lluvia de millones y de armamento. Joe Biden ha anunciado un paquete de ayuda de 12.300 millones de euros en ayuda militar y humanitaria para Ucrania y los países del flanco este de la OTAN. Y el envío de misiles de largo alcance y drones a Kiev para que se defienda de la invasión.

El presidente de Estados Unidos lo anunciaba poco después de que Zelenski se dirigiera a congresistas y senadores estadounidenses. De nuevo, con palabras contundentes, y haciendo una adaptación de los hechos más dolorosos de la historia americana. "Recuerden su 11 de septiembre. Ucrania está sufriendo eso todos los días. Un terror que Europa no ha visto en 80 años".

O refiriéndose al ataque japonés contra Pearl Harbour que hizo a Washington lanzarse a la segunda guerra mundial. Zelenski incluso mentó a Martin Luther King y su famoso discurso del líder de los derechos civiles "tengo un sueño". “Yo tengo una necesidad (dijo el ucraniano). Necesito proteger nuestros cielos. ¿Es demasiado pedir?". 

Zelenski tiene dos ventajas, explica a este diario Nacho Martín, politólogo y vicepresidente de la Asociación de Comunicación Política: "Tiene credibilidad porque no es un político al uso, y está empoderado por la situación con la que está lidiando”.

Ello le permite tener algo de margen para la impertinencia. Ese “¿es demasiado pedir?” a la cara de los hombres más poderosos de Estados Unidos, o los reproches a Alemania por contemporizar con Putin: “Les advertimos de que Nord Stream 2 [un proyecto de gasoducto que conecta Alemania y Rusia] era un arma. Y su respuesta fue 'economía, economía, economía'”.

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¿Puede tener un efecto rebote el que Zelenski lea la cartilla a quienes le están ayudando? “Puede incomodar, habla claro y con una denuncia y una exigencia que puede generar un efecto rebote. Pero le genera una gran simpatía de la población ucraniana que ve que su presidente no se amilana y reivindica para Ucrania lo que estas naciones han reivindicado para sí mismas en el pasado”, concluye Gutiérrez-Rubí.

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