"Esto de la musiquita ya me tiene loca", cantaban las Viuda e Hijas de Roque Enroll, un grupo de mujeres argentinas, a mediados de los 80. La "musiquita" no es otra cosa que el Fondo Monetario Internacional (FMI), cuyo nombre se invoca y maldice en clave de twist. El país había dejado atrás una dictadura militar con heridas económicas, humanitarias y sociales de alto impacto. La suerte del presidente Raúl Alfonsín quedó sellada cuando el organismo le dio la espalda. Lo mismo le sucedería al Gobierno de Fernando de la Rúa, en diciembre de 2001, "corralito" mediante. Ahora es el presidente peronista Alberto Fernández quien está a punto de probar la misma medicina. "El FMI intenta imponernos un programa y no estamos de acuerdo", dijo el mandatario, en medio de negociaciones cruciales que no parecen invitar al optimismo. Otra vez, el fantasma de la suspensión de pagos merodea el cielo.
Crisis en Latinoamérica
Argentina y el FMI libran un nuevo pulso sobre la deuda de 41.000 millones de dólares
El país recibió en 2018 unos 45.000 millones de dólares de parte del organismo con ayuda de la presión de Donald Trump
El Gobierno no tiene solvencia para saldar la deuda y enfrenta un escenario muy delicado con el fantasma de la suspensión de pagos
El presidente argentino, Alberto Fernández, y su ministro de Economía, Martín Guzmán, durante una reunión con la directora del FMI, Kristalina Georgieva, el pasado 30 de octubre en Roma. /
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