No es en el mar, sino en tierra donde el desasosiego empieza a asomar en la psique de la tripulación. Los cuatro días varados en Menorca se han hecho largos como semanas. No tanto para el capitán y sus marineros, que pasaron días enteros en la sala de máquinas sacando y metiendo la reductora averiada, pero sí para el resto de una tripulación que ha llenado las horas huecas con largas conversaciones, visitas puntuales al bar y paseos por una Maó encapotada y ventosa, en estado de incipiente hibernación. Las dudas sobre el futuro de la misión trajeron también los primeros murmullos sobre aspectos mejorables de la organización, pero no tuvieron más recorrido después de que se confirmara el jueves que el Astral zarparía poco después del amanecer para salvar vidas en el Mediterráneo Central, su única misión.
Cuaderno de bitácora
Diario de a bordo (V): Las trabas de todos los colores vividas por el Astral
La embarcación de Open Arms reanuda la navegación tras cuatro días amarrado en Menorca por un problema mecánico
La tripulación del Astral /
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