Jonathan tenía apenas un año cuando sus padres encontraron algo raro en su orinal. Lo llevaron al hospital y allí, tras varias pruebas, les dieron la noticia. El bebé tenía un tumor de 12 centímetros. Jonathan sufre un cáncer de próstata, una enfermedad curable en cualquier país. Pero Jonathan es libanés. “En un mes, trabajando en tres empleos distintos, solo soy capaz de pagar una sesión de quimio”, lamenta su padre, Joe Karam. En este pequeño país mediterráneo, la escasez de medicamentos, la falta de tratamientos y la pobreza causan más muertes que el propio cáncer.
Vidas en riesgo
No hay futuro para los pacientes de cáncer en el Líbano
La debacle económica aboca a las familias de los enfermos a la pobreza y la incertidumbre por la escasez de medicamentos y tratamientos en el país
La doctora Roula Farah, presidenta de CHANCE, trata a una paciente de cáncer. /
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