"Atroces ciudadelas sucias y derramadas/ de viviendas como hongos; latones, bolsas, zanjas/ hundidas por las lluvias, mordidas por los vientos". En 1957, Raúl González Tuñón escribió su poema 'Villa amargura' para retratar las zonas pauperizadas de un país donde la pobreza era inferior al 8% y provocaba indignación. Esa cifra se ha multiplicado por más de cinco al calor de sucesivas crisis, y ya no escandaliza tanto. El hambre lacera tanto en las llamadas "villa miseria", como se conoce al universo de chabolas que se han diseminado por todo el territorio argentino, que no existe el tiempo para pensar en las elecciones. La ciudad de Buenos Aires tiene 36 asentamientos marginales. Sus techos de chapa oxidada, la marca de un abandono congénito, refutan las aspiraciones europeizantes de la capital.
Elecciones en Argentina
Hambre en el país de la carne y el trigo
La pobreza se extiende por las chabolas de Argentina, un universo de marginalidad sin tiempo para pensar en los comicios del domingo
Hasta 1,5 millones de personas padecen hambre, una lacra que golpea al 60% de los niños y niñas del país, que se han lanzado a trabajar
Un hombre recoge elementos que puedan ser de utilidad en un basurero, en una Villa de la Ciudad de Buenos Aires. /
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