"Es ahora que nos preguntamos: ¿fueron necesarias tantas víctimas? La guerra no tiene lógica y en su momento no nos dejó pensar en el daño que estábamos haciendo", dijo Rodrigo Londoño, alias Timochenko, el último jefe de las FARC. "Quiero reconocer mi responsabilidad en este conflicto y quiero dedicar el resto de mis días a restaurar la dignidad de los territorios en donde estuve y sus comunidades. La mejor forma de reconocer y pedir perdón es haciendo", señaló, por su parte, Salvatore Mancuso, quien lideró al temible grupo paramilitar Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).
Los testimonios ofrecidos de manera virtual ante la Comisión de la Verdad sobre lo ocurrido en Colombia durante más de medio siglo dan cuenta de las nuevas condiciones para pensar el doloroso conflicto armado de ese país desde la firma del acuerdo de paz, en 2016, entre la guerrilla que comandó Londoño y el Estado. Como parte de esos avances, en medio de los tropezones, las idas y venidas, los representantes de dos facciones históricamente antagónicas pudieron hablar y escucharse como nunca antes.
Timochenko y Mancuso respondieron a las preguntas de la principal autoridad de la Comisión de la Vedad, el sacerdote jesuita Francisco de Roux. Los testimonios, señaló el diario bogotano El Tiempo, dejaron al descubierto "temas espinosos como los vínculos del Estado, políticos y empresarios con los grupos paramilitares, las fuentes de obtención de armas, el entramado con el sistema de justicia para salir impunes de los crímenes o las consecuencias de las acciones militares de guerrilla y ‘paras’ en la población civil".
Narcotráfico y política
Londoño, quien encabeza Comunes, el partido político surgido de las entrañas de las FARC, habló con De Roux desde su casa. Mancuso lo hizo desde una prisión de Georgia, en Estados Unidos. El ex líder de la AUC fue extraditado por narcotráfico, en 2008. Entre otras revelaciones, reconoció que la AUC hizo "pactos y acuerdos" con partidos tradicionales. Esas alianzas se conocieron en su momento como la "parapolítica" y le ofrecieron al grupo armado extender sus tentáculos en distintas instituciones. "Tuvimos alcaldes, gobernadores, diputados, congresistas y hasta presidentes alcanzamos a ayudar a nombrar".
Según Mancuso, el conflicto armado colombiano fue de una complejidad tan grande que no "admite verdades unilaterales". Tras pedir perdón, el ex para se ofreció como testigo en las investigaciones sobre otro de los aspectos más escandalosos del pasado reciente: los llamados ‘falsos positivos’, como se conocen las ejecuciones extrajudiciales de civiles presentadas por el ejército como bajas de insurgentes en combate. La Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) surgida del Acuerdo de La Habana por el momento no se ha mostrado proclive a contemplar esa posibilidad.
Londoño tampoco se privó del tono autocrítico. Entró a la guerrilla en 1976 y por muchos años pensó que el único horizonte era el de la lucha armada. "La vida me dio el privilegio de ser el firmante de la paz, lo cual representa bastante porque estuvimos en una confrontación que generó heridas profundas en la sociedad, pero tengo la posibilidad de trabajar para sanar esas heridas". El ex comandante se dirigió especialmente a las víctimas del conflicto presentes en el encuentro. A ellos les dijo que pedirá perdón por los daños causados “hasta el último día de mi existencia”.
En medio de la reunión se conoció un informe de la Controlaría General de la República según el cual la implementación completa del Acuerdo de Paz se concretaría recién en 2047 por cuestiones administrativas, presupuestarias y, también, políticas.