Cuando hace más de una década, concretamente, el 12 de enero del 2010, Haití padeció la peor catástrofe natural de su historia, una consigna, a modo de mantra, circuló en el propio país y en la comunidad internacional. Aquel tremebundo terremoto debían ser el kilómetro cero a partir del cual reconstruir de una vez por todas un país condenado al padecimiento. No solo no fue así -a modo anecdótico pero significativo decir que el Palacio Presidencial sigue parcialmente ruinoso- sino que el país caribeño vive, en sentido figurado, un terremoto que no tiene fin. Un terremoto de inestabilidad política, de corrupción, de violencia; en definitiva, de pobreza. No en vano, Haití es el país más pobre de toda América, con un 60% de su población pobre de solemnidad.
Pobreza en Latinoamérica
Haití, en un terremoto sin fin
El presidente asesinado vivió a principios de año una intensa contestación en las calles para que abandonara el poder
El país caribeño vive inmerso en deficiencias estructurales profundas marcadas por la inestabilidad política, la corrupción, la violencia y la pobreza
Miembros de la policía detienen a un hombre durante unas protestas para forzar la renuncia del presidente de Haití, Jovenel Moïse, en Puerto Príncipe (Haití), el 7 de febrero de 2021. /
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