El Sáhara Occidental nunca fue un problema intrínseco de Estados Unidos. Desde el inicio de la ocupación marroquí en 1975, su futuro se ha librado en los pasillos de Naciones Unidas y las capitales de su entorno: desde Argel, principal patrón del Frente Polisario, hasta París, el aliado más estrecho de Marruecos, pasando por Madrid, la antigua metrópolis colonial, o Nuakchot, su vecino mauritano del sur. Washington ha entrado y ha salido del conflicto de forma espasmódica, como sucedió con el llamado Plan Baker, el intento más ambicioso de los últimos tiempos para resolver el estatus del Sáhara. Pero ese engorro coyuntural ha pasado a ser su responsabilidad directa desde que Donald Trump ignorara el derecho internacional para reconocer la soberanía marroquí sobre la antigua colonia española.
Conflicto del Sáhara Occidental
Biden trata de relanzar el diálogo entre Marruecos y el Polisario
La diplomacia estadounidense presiona a las partes para reanudar las negociaciones y aceptar al enviado especial de la ONU
El presidente mira hacia otro lado mientras los demócratas bloquean en el Congreso los gestos de Trump hacia Marruecos
Varias mujeres acuden al XV Congreso del Frente Polisario, celebrado en la región liberada de Tifariti. /
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