Obituario

David Beriain y Roberto Fraile, empatía y compromiso periodístico frente al horror del mundo

  • El reportero navarro y el cámara vasco asesinados en Burkina Faso dedicaron su vida a escuchar a los más vulnerables y denunciar los conflictos más violentos

David Beriain y Roberto Fraile.

Hay sitios en los que nadie quiere mirar, regiones oscuras y conflictos silenciados a los que el mundo ha dado la espalda. Pero para David Beriain y Roberto Fraile ignorar esos problemas no era una opción. Con el asesinato este lunes de ambos reporteros en Burkina Faso se apagan los ojos que, sin arrogancias ni grandilocuencias, observaron con empatía y compromiso periodístico esos rincones para escuchar a sus víctimas y denunciar su situación.

Navarro de 44 años, Beriain cubrió los conflictos de Irak, Afganistán, Congo, Sudán y Libia como reportero de ‘La Voz de Galicia’. Aunque ya era respetado en el gremio por su labor periodística, se dio a conocer entre el gran público con la serie documental ‘Clandestino’ que realizó para DMAX. Beriain se adentró en las tripas del crimen organizado y de los clanes del narcotráfico en El Salvador, México, Venezuela, Italia, Albania y Colombia, donde fue de los pocos reporteros que logró entrar en los campamentos de la guerrilla de las FARC. Estos trabajos le valieron un reconocimiento aún mayor.

“Lo que vives tiene un precio (…) pero merece la pena por las conversaciones. Cuando las personas te dan el privilegio de sentarse a contarte su experiencia es para mí algo casi místico, lleno de verdad y sinceridad. Eso lo justifica casi todo”, explicaba Beriain en el documental ‘Morir para contar’.

Beriain fundó junto a su mujer, Rosaura Romero, la productora 93 metros, la distancia que separaba la casa de su abuela de la iglesia donde rezaba. El pasado jueves la productora estrenó ‘Palomares: Días de playa y plutonio’, una miniserie documental sobre las bombas atómicas que en 1966 cayeron en un pueblo de Almería.

“Soy humano y nada de lo humano me resulta ajeno”. En más de una ocasión Beriain se sirvió de esta cita atribuida al poeta romano Terencio para explicar su pasión por indagar en la cara más fea de la humanidad y exponer mundos oscuros a los que cuesta mirar a los ojos. Sin embargo, la empatía del reportero navarro fue más allá del ser humano. En ‘Rinoceronte, el cuerno maldito’ documentó la caza furtiva de un animal en peligro de extinción. El documental que rodaba junto a Fraile al ser asesinados abordaba el mismo problema.

Los ojos de la guerra

Natural de Barakaldo y afincado en Salamanca, Fraile, de 47 años, era padre de dos hijos. El veterano cámara trabajó en TVSalamanca (actualmente La 8), pero durante sus períodos de vacaciones viajaba a las zonas más peligrosas del mundo para documentar como periodista ‘freelance’ múltiples tragedias bélicas y sociales, desde la guerra de Siria hasta la ruta de la cocaína en el Amazonas. “La rutina de una televisión le cansaba, él era un espíritu libre con mucha inquietud y pasión por contar esas historias”, explica Francisco Javier López Gil, compañero quien entonces era subdirector de la cadena local. “Al principio él arriesgó su dinero porque nadie le pagó ningún viaje”.

Sus conocidos recuerdan a Fraile como un hombre comprometido, reacio al protagonismo y preocupado por lo que le sucedía a la gente más desfavorecida. “Eso define a una persona”, señala Roberto Lozano, amigo con quien trabajó en el documental ‘Los ojos de la guerra’, nominado a seis premios Goya. “Más allá de su grandísima profesionalidad tenía una humanidad extraordinaria y una sensibilidad especial para abordar lo que pasa en el mundo. Sin su presencia el mundo es un lugar más oscuro”.

En 2012, Fraile resultó gravemente herido en la ciudad siria de Alepo, cuando acompañaba a los milicianos del Ejército Libre Sirio (ESL). Un cohete artesanal explotó por error en las manos de los soldados y la metralla del proyectil se incrustó en su pelvis. Fraile fue operado de urgencia en un hospital de la ciudad y después fue evacuado a Turquía. Su mujer, la también periodista Lidia Marcos, explicó entonces con sorprendente sencillez lo que una y otra vez llevaba a Fraile a viajar por el mundo con su cámara al hombro: “Es lo que le hace feliz”. Tras curar sus heridas, Fraile regresó dos veces más a Siria.

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