Gran cita en Pekín

China se fija para este año un crecimiento del 6%

  • La cifra es menor y más conservadora de lo que habían apuntado los organismos internacionales

  • El gasto militar aumenta un 6,8%, también en la línea de la moderación

El presidente chino, Xi Jinping, a su llegada a la Asamblea. / LEO RAMÍREZ / AFP

China anunció que su economía crecerá este año un 6 %. Es un cifra conservadora, dos puntos por debajo de las predicciones del Fondo Monetario Internacional y variados observadores, pero suficiente para confirmar el regreso de la ansiada normalidad y el rol chino de locomotora en la recuperación post-pandémica.

La inauguración de la Asamblea Nacional Popular (Parlamento) es una suerte de discurso sobre el Estado de la Nación a cargo del primer ministro, Li Keqiang, que incluye un balance de aciertos y errores y adelanta los futuros vectores políticos. La liturgia reserva los titulares a la cifra del crecimiento. En aquellos gloriosos días de expansiones de dos dígitos, la economía subrayaba su esplendor desbordando las proyecciones oficiales. En los más recientes, con la calidad primando sobre la cantidad, su sujeción milimétrica a los pronósticos subrayaba la infalibilidad del gobierno. La incertidumbre aconsejó el pasado año olvidarse de ella por primera vez en tres décadas sin la mediática cifra. Se había especulado que la cumbre actual perseveraría en la discreción pero China ha querido plasmar el regreso a los raíles.

“El objetivo del 6 % nos permitirá dedicar toda la energía a promover las reformas, la innovación y un desarrollo de alta calidad. Hemos tenido en cuenta la recuperación de la actividad económica”, ha explicado Li en un discurso salpicado de los reglamentarios aplausos de la concurrencia cuando sus inflexiones de voz los pedían. El desarrollo chino seguirá afrontando innumerables riesgos y desafíos, advirtió el primer ministro, pero “las directrices económicas que apuntalarán el crecimiento a largo plazo permanecerán invariables”, ha continuado.

“Es posible que hayan fijado una meta tan baja porque no quieren muchas oscilaciones anuales y la del siguiente estará por debajo del 6 %”, opina Alicia García-Herrero, economista jefe para Asia Pacífico de Natixis. “Sólo cuadra si ya piensan en superar el objetivo. De lo contrario, hay una contradicción: si quieren bajar el crecimiento de este año para acentuar el del siguiente, deberían haber anunciado políticas fiscales más restrictivas y, en cambio, son muy laxas”, añade.

Exhaustivos controles

Frente a los 3.000 delegados llegados desde todos los rincones del país y sometidos a exhaustivos controles de salud ha desgranado Li un plan previsible que ahonda en las estrategias recientes y acentúa las cuestiones sociales. Li se ha comprometido a crear 11 millones de empleos, dos más que el pasado año, para dejar la tasa de desempleo en el 5,5%. La contabilidad oficial es orientativa porque desatiende a los cientos de millones de emigrantes rurales desplazados a la ciudad pero, en cualquier caso, aquella amenaza del desempleo desbocado durante los meses más duros de la pandemia (superó la barrera psicológica del 6 %) se ha disipado ya.

Tampoco la cifra del aumento del gasto militar, que rivaliza con la del crecimiento en atención mediática, justifica los titulares este año. El 6,8 %, en línea con la expansión económica, continúa en la línea de moderación. Es improbable que haya complacido al estamento militar, que pide inversiones más generosas debido a la hostilidad estadounidense en su patio trasero, la brecha en modernidad de armamento y los bajos salarios.

Li ha prometido que China se protegerá de las interferencias externas en asuntos propios. En el ambiente sobrevolaba Hong Kong, que puede ver durante esta asamblea aún más limitada su participación democrática. Se especula que la reforma concederá al comité electoral, un cuerpo inclinado hacia Pekín, la facultad de filtrar a los candidatos. La medida podría imposibilitar el acceso al Legco (parlamento isleño) de cualquier elemento que desde el interior se considere molesto. El vicepresidente de la Asamblea, Wang Cheng, ha explicado que “las revueltas violentas y las turbulencias demostraron que el sistema electoral vigente tiene lagunas y deficiencias”.

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