Un príncipe puede sentirse intocable, por encima de las leyes internacionales, si su reino posee el 17% de las reservas mundiales conocidas de petróleo, compra armas de fuego al por mayor a países occidentales (incluida España) y tiene la llave teórica para crear un millón de puestos de trabajo en EEUU. Eso dijo el entonces presidente Donald Trump para justificar su apoyo a Arabia Saudí. Ayuda a perder el sentido de la realidad y de los límites éticos si el heredero es, además, gobernante de facto de un país estratégico de Oriente Próximo que actúa como una dictadura que asesina disidentes y encarcela mujeres por el delito de reclamar derechos.
Nómadas y viajantes
Hola Riad, Khashoggi está de regreso
Mohamed bin Salman, príncipe heredero de Arabia Saudí. /
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