Hace mucho tiempo que nadie habla de Guantánamo, como si el penal más infame del planeta se hubiese hundido plácidamente en el Caribe cubano. No es el caso. Diecinueve años después de que la Administración Bush se inventara una argucia legal para encerrar allí a "lo peor de lo peor", negando a los detenidos su estatus de prisioneros de guerra o las garantías del sistema jurídico estadounidense, 40 personas siguen allí pudriéndose en detención indefinida. Dos han sido condenados en los tribunales militares; otros siete enfrentan cargos formales, incluidos los presuntos arquitectos de los atentados del 11-S. Pero el resto sigue atrapado en la madriguera legal, sin cargos ni juicio a la vista, un entierro en vida que sirve para atestiguar la vigencia de los abusos de la guerra contra el terror.
Los retos de la nueva administración
El olvido de Guantánamo
El presidente Joe Biden ha expresado su intención de cerrar el penal 19 años después de su apertura
40 detenidos siguen encerrados en la base naval, la mayoría de ellos sin cargos ni juicio a la vista
Muchos de ellos claman ser inocentes, como Ahmed Rabbani, un taxista confundido con un terrorista de Al Qaeda
Presos de Guantánamo, en una imagen tomada en 2016. /
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