Estados Unidos ha sido en los últimos cuatro años el mayor escaparate del populismo global de derechas, una corriente política que no ha dejado de ganar terreno desde la Gran Recesión. Como muchos de sus pares, Donald Trump se vendió como el salvador del pueblo frente a unas élites gobernantes supuestamente corruptas. Trató de frenar el avance del multiculturalismo blindando las fronteras y capando las cuotas de refugiados. Quiso revertir la globalización con aranceles proteccionistas frente al libre comercio o distanciando a su país de los organismos internacionales. Puso en jaque a la democracia a golpe de autoritarismo y demagogia. Y promovió una suerte de etnonacionalismo cristiano y blanco en un intento de rebobinar la historia.
Jaque a la democracia
La oportunidad perdida del populismo en EEUU
El fin de la presidencia Trump plantea dudas sobre la supervivencia de su doctrina política
El cambio de guardia en la Casa Blanca podría debilitar a otros líderes populistas en la esfera internacional
Biden se enfrenta al desafío de reintegrar en la política tradicional al proletariado blanco que sirvió de base al trumpismo
Donald Trump en una rueda de prensa. /
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