Cuando el brasileño Diego Rosa llegó a Lisboa a mediados del mes de febrero del año pasado no se imaginaba cuál sería su situación pocas semanas después. Faltaba poco para que la pandemia golpeara de forma inesperada en Europa, pero en ese momento Rosa era optimista: había encontrado una habitación a un precio asequible en el céntrico barrio de Alfama y un empleo como cocinero en un restaurante. “Los dueños me ofrecieron firmar un contrato de trabajo en abril, pero todo se complicó con la pandemia. El negocio cerró y me quedé sin ingresos”, explica el cocinero. Sin apenas ahorros, Rosa no pudo hacer frente al pago del alquiler -no tenía contrato formal- y pronto se encontró con una reclamación de la propietaria para que abandonara el piso en plena pandemia.
Crisis sanitaria global
Los inquilinos en Portugal, desprotegidos ante el avance de la pandemia
La falta de contratos de trabajo o de alquiler dificultan el acceso a las ayudas anunciadas por el Gobierno luso
Las medidas del Ejecutivo son insuficientes y facilitan los desahucios, denuncia la asociación de inquilinos de Lisboa
Una de las calles de Lisboa completamente vacía, solo con un coche patrulla de la policía, durante el toque de queda. /
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