Hace unas semanas un hombre entró en una oficina de campaña del Partido Republicano en el sur Pensilvania. Quería un cartel de Donald Trump con el eslogan “drena el pantano” para el jardín de su casa. Se habían agotado. Los voluntarios de la oficina le ofrecieron varias alternativas, pero no hubo manera de convencerlo. “Volveré otro día, ya era hora de que alguien plantara cara a la corrupción”, dijo al marcharse. La anécdota ilustra la fuerza que mantienen entre los seguidores del presidente sus promesas para acabar con la corrupción en Washington, entendida como el cambalache de favores a cambio de donaciones, el trato preferencial a las grandes empresas o el uso del cargo público para lucrarse. Lo que no parecía saber aquel hombre es que más que drenar el pantano, Trump se convirtió en su cocodrilo en jefe.
carrera a casa blanca
Más que drenar el pantano, Trump se convirtió en el jefe de los cocodrilos
Las promesas del presidente para acabar con la corrupción en Washington nunca se materializaron
Las compañías del republicano se han lucrado del contribuyente, su campaña y su partido
El presidente Trump jugando al golf. /
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