LA AGENDA DE MACRON

La seguridad, la nueva baza macronista

A partir de octubre, Francia comunicará mensualmente las cifras de la violencia, una estrategia que se remonta a los años de Nicolas Sarkozy

"La inseguridad será un tema esencial en las próximas elecciones presidenciales", vaticina ya Marine Le Pen

El ministro del Interior francés, Gerald Darmanin, pasa revista a unidades policiales este viernes en Velizy-Villacoublay, cerca de París. / AFP / MARTIN BUREAU

El violento ajuste de cuentas entre la comunidad chechena y miembros de un popular barrio de Dijon. El asesinato de un conductor de autobús en la ciudad de Bayona, víctima de una brutal paliza por exigir a un grupo de jóvenes utilizar sus mascarillas. La agresión a puñetazos del alcalde de Chalifert por parte de un vecino descontento con una plaza de parking. Estos son algunos de los sucesos que, a lo largo de los últimos meses, han protagonizado portadas y acaparado el 'prime time' de las televisiones francesas. Del plano mediático, la violencia ha pasado al terreno político, convirtiéndose en la nueva obsesión macronista.

“Hay que parar el salvajismo de una parte de la sociedad”, declaró Gérald Darmanin en una entrevista concedida al diario 'Le Figaro' el 24 de julio, tres semanas antes de convertirse en ministro del Interior. Desde entonces, la seguridad se ha convertido en su 'leitmotif'. Para rescatar a Francia de su “salvaje” deriva -término que levanta ampollas entre sus compañeros de filas-, Darmanin prometió publicar, a partir del próximo mes de octubre, las cifras mensuales de violencia. “La lucha contra las drogas, las cifras de la violencia conyugal, intrafamiliar y sexual, las horas de patrulla […] la inmigración y el asilo”, constituirían los principales epígrafes de su herramienta securitaria.

Su lenguaje y su estrategia recuerdan al responsable de su misma cartera entre el 2005 y el 2007, Nicolas Sarkozy, apodado por aquel entonces “Monsieur Seguridad”. En el 2006, Sarkozy puso en marcha un sistema de recuento similar al promovido por Darmanin. Basando en las cifras, este dispositivo desembocó en “una deriva en el control del registro de denuncias”, estimó en el 2013 la Inspección General de Administración (IGA), señalando que cerca de 130.000 delitos se volatilizaron entre el 2007 y el 2012 en todo el territorio francés.

Probada la ineficacia de esta herramienta, ¿por qué retomarla? “Si Francia está enferma, debemos tomarle la temperatura. No conozco otra forma de hacerlo que recopilando los números”, se justificó Darmanin.

Pero esta no la única pregunta que cuestiona la estrategia del Ejecutivo: ¿Hasta qué punto ha aumentado la violencia para convertirse en una prioridad en plena crisis sanitaria? ¿Es la seguridad una cuestión urgente o un factor estratégico de cara al 2022? “La inseguridad será un tema esencial en las próximas elecciones presidenciales”. Detrás de esta frase no está ni Macron ni su ministro del Interior, sino Marine Le Pen. En las últimas semanas, la líder de la formación de extrema derecha Reagrupamiento Nacional (RN) ha multiplicado sus ataques contra el presidente, quien es, a su parecer, “incapaz de gestionar la situación […] permitiendo que la inseguridad se instale”.

Primer seminario

El mismo discurso se repite en el seno del partido conservador Los Republicanos (LR): “El agujero negro del quinquenio es que se ha instalado en el país un desorden generalizado sobre la seguridad, la inmigración, el laicismo y, más en general, la crisis de autoridad”, lanzó en Twitter Bruno Retailleau, líder de la formación en el Senado, el 22 de agosto.

¿Existe tal desorden? Entre mayo y julio se registraron más de 69.000 casos de agresión deliberada, un aumento del 21% en comparación con el trimestre anterior, según el servicio de estadística del Ministerio del Interior. Sin embargo, la cifra podría ser engañosa ya que los meses precedentes corresponden al confinamiento. “No hay más violencia interpersonal en la sociedad actual que la que había hace 20 o 30 años, hay incluso menos […] Hay pequeños altibajos […] pero es globalmente estable”, advierte una y otra vez en los medios galos Laurent Mucchielli, sociólogo especializado en temas de seguridad y violencia urbana.

Sea como fuere, el refuerzo de la seguridad aparece hoy en el centro de la estrategia macronista, hasta tal punto que el primer seminario gubernamental tras el parón estival estuvo dedicado al asunto, acompañado del proyecto de ley contra los separatismos. Una reforma “para evitar que ciertos grupos se cierren en torno a afiliaciones étnicas o religiosas”, como explicó el primer ministro, Jean Castex, que exigirá “a las asociaciones la creación de un contrato de compromiso con el laicismo”, detalló la ministra delegada de Ciudadania, Marlène Schiappa.

El macronismo recupera así la basta agenda de la derecha y de la extrema derecha. Según un reciente sondeo, el 70% de la sociedad francesa estaría de acuerdo en que los actos de violencia en el país son cada vez más "salvajes", una tasa que asciende al 83% entre los votantes del Reagrupamiento Nacional y al 85% entre los simpatizantes de Los Republicanos y La República en Marcha. El proyecto contra los separatismos contaría con el visto bueno del 76% de los franceses, recibiendo un apoyo masivo del electorado conservador.

En plena crisis sanitaria y con un panorama económico poco alentador, Macron ha conseguido desviar la atención y lanzar discretamente su estrategia de campaña. Un nuevo ejemplo de su maestría como estratega de seducción mediática.