Es agosto y París está desierto. No hay ni rastro de las infinitas colas de espera para visitar la Torre Eiffel, ni del gentío en la plaza del Trocadero, ni de la marabunta en las estrechas calles del Barrio Latino. Las míticas embarcaciones turísticas circulan a medio gas por las aguas del río Sena. Los buquinistas ven pasar la jornada con los brazos cruzados. No son los únicos, los tenderos de las tiendas de recuerdos tampoco tienen especial quehacer. La pandemia priva a París, hasta ahora la ciudad más visitada del mundo, de uno de sus pilares fundamentales: los turistas.
Agosto sin turistas: Bajo el cielo de París no hay nadie
La capital francesa, la ciudad más visitada del mundo, languidece sin apenas visitantes extranjeros
Los pocos turistas que recorren sus calles son nacionales y sus prespuestos son reducidos
Una mujer se refresca junto a la Pirámide del Louvre, desierta de gente. /
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