Los analistas valoraban la cancelación del estatus especial económico de Hong Kong como la “opción nuclear” que Donald Trump, presidente estadounidense, no accionaría. La aprobación en noviembre de la pomposa Ley de Derechos Humanos y Democracia en Hong Kong por el Senado fue desdeñada como un guiño a los manifestantes. El escepticismo tenía cimientos sólidos. La soberanía nacional es la línea roja de Pekín y pisarla empujaría las relaciones bilaterales a un punto de no retorno. Influía también el pragmatismo porque quedarían dañadas las 1.300 compañías y la práctica totalidad de los bancos estadounidenses que se aprietan en la diminuta isla.
La delicada situación de la excolonia británica
Puñetazo de EEUU a la economía tambaleante de Hong Kong
La retirada del estatus especial por parte de Trump al territorio autónomo sume a la capital financiera en la incertidumbre
Una calle de Hong Kong el 6 de junio del 2020. /
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