La historia de la pandemia en Berlín es la de un confinamiento que nunca fue. La vida pública no ha dejado existir en la capital alemana a pesar de las restricciones contra la expansión del virus. Los comercios no considerados esenciales tuvieron que bajar la persiana a mediados del pasado marzo -la mayoría ya ha reabierto- , parte de la burocracia y los servicios públicos como bibliotecas, colegios o guarderías dejaron de funcionar, los gimnasios siguen cerrados, y bares, clubs y el ocio nocturno están paralizados sine die, pero ni los parques se vaciaron ni los runners desaparecieron de las orillas del río Spree ni por las calles dejaron de circular coches. Fiel a su esencia anárquica y un tanto ajena al resto de Alemania, Berlín ha seguido su propio camino.
UN MUNDO NUEVO (4)
Berlín, el confinamiento que nunca fue
La vida pública no ha dejado de existir en la capital alemana a pesar de las restricciones contra la expansión del coronavirus
Protesta contra las fronteras externas de la UE en la Puerta de Brandeburgo en Berlín. /
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