CRISIS SANITARIA INTERNACIONAL

No es mundo para viejos

Las residencias de ancianos son el eslabón más debil de la lucha contra el coronavirus

La eficacia en la protección de los mayores se hace patente en el balance de siniestralidad

Un sacerdote bendice a Flora, residente de un geriátrico de la ciudad canadiense de Ontario donde varias personas han fallecido por coronavirus. / CARLOS OSORIO (REUTERS)

Los devastadores efectos del coronavirus son especialmente crueles con los miembros más veteranos de la sociedad, indistintamente de cuáles sean los países afectados. La vulnerabilidad en el estado de salud de muchos ancianos antes siquiera de que llegara el azote de la pandemia les convierte en uno de los colectivos de alto riesgo y, por tanto, en una de las grandes prioridades a la hora de destinar recursos sanitarios en la pugna contra el covid-19. O al menos así debería ser. La realidad no siempre dice lo mismo, como se está constatando en el día a día de las residencias para personas mayores, el entorno habitual para buena parte de ellos.