Hong Kong se coloca frente al espejo

Hong Kong se mira en el espejo. De las elecciones municipales solo se esperaban soluciones al pavimento desgastado, el vetusto alcantarillado y otros asuntos de intendencia que generaban poca expectación local y ninguna internacional. De las de mañana, bajo el foco mediático global, se espera que midan las fuerzas en la excolonia después de sus seis meses más convulsos en medio siglo. No es un espejo del todo fiable, con algunos factores que distorsionan el planteamiento, pero es el único.

Se enfrentan dos relatos antagónicos. El bando progubernamental se arroga la mayoría silenciosa que soporta con paciencia franciscana los cotidianos desmanes de los violentos y espera a las urnas para hacerse escuchar. El bando antigubernamental habla de "un solo pueblo hongkonés" levantado al unísono, sin matices ni disensiones. Cualquiera que haya pisado sin prejuicios la isla en los últimos meses habrá descubierto una sociedad irremediablemente fracturada. Consiste en ponerle números.

La incógnita estará resuelta a primeras horas del lunes. Antes habrán tenido la oportunidad de votar 4,12 millones de hongkoneses (el 55% de la población) a 1.104 candidatos para 452 escaños repartidos en 18 distritos. Es improbable que los progubernamentales repitan sus victorias aplastantes (298 distritos frente a 126 en las elecciones del 2015). Influirá el resentimiento hacia el Ejecutivo de Carrie Lam y la policía, el reciente aluvión de votantes registrados entre 18 y 35 años (los más inclinados a las protestas) y las ayudas entre la constelación de formaciones antigubernamentales que antes guerreaban por su cuenta. En las actuales elecciones han acordado presentar candidatos en todas las jurisdicciones y evitar que, como en las pasadas, una sesentena se adjudiquen sin pelea.

Huella visible

Los partidos oficialistas como la Alianza para la Mejora de Hong Kong se han impuesto siempre en las municipales gracias a sus boyantes presupuestos y  sus enraizadas conexiones con el vecindario. Los pandemócratas aspiran a que el ruido de la calle se traduzca en una huella más visible en los órganos representativos.

Los efectos inmediatos de las elecciones, en cualquier caso, serán más morales que reales. Los distritos carecen de poder normativo y manejan un presupuesto exiguo para actividades culturales o recreativas y obras menores. Pero su composición no carece de peso político porque los 117 concejales de distrito integran el comité de 1.200 miembros que elige al jefe ejecutivo. Esos 117 votos, por el principio de "el que gana se lo lleva todo", han alimentado siempre a los candidatos leales a Pekín. Los representantes de los distritos también ocupan 11 de los 70 asientos del Legco o Parlamento.

Amenaza de suspensión

La apertura de los colegios ya será un éxito. La amenaza de suspender las elecciones ha sido la única medida probada por el Gobierno en seis meses que ha amansado a los jóvenes radicales. La excolonia disfruta de unos felices días de anormal normalidad y armonía recuperada, sin paradas de metro en llamas ni calles cortadas ni intercambios de cócteles molotov y gases lacrimógenos. El Gobierno se había planteado comprensibles dudas sobre si la votación era compatible con un cuadro de violencia sin bridas.

El líder progubernamental Junius Ho fue apuñalado solo unos días después de que el antigubernamental Jimmy Sham fuera atacado con martillos y las oficinas de los candidatos oficialistas son rutinariamente arrasadas por los radicales. Los 31.000 efectivos de la policía isleña estarán destinados este domingo a preservar la paz en torno a las urnas. Un domingo electoral sosegado será un regalo para un territorio instalado en el caos y el vandalismo.