La exigencia de la calle por presunto fraude electoral desembocó en la intervención militar que selló la suerte de Evo Morales y su revolución "democrática y cultural". La autoproclamada presidenta provisional, Jeanine Áñez, juró sin quorum parlamentario pero con respaldo castrense y mediático. Tiene 90 días para llamar a nuevas elecciones. Ella también está sentada sobre un volcán que no tiene hora definida de erupción.
Áñez y el bloque de derechas en el poder carecen de la fuerza suficiente para borrar de la faz de la tierra a Morales. La base social del ex mandatario tampoco está en condiciones de lograr el objetivo de lograr que retorne triunfalmente al país desde su exilio mexicano. El Movimiento al Socialismo (MAS) controla las dos cámaras del Congreso y Áñez no descarta disolverlo por la fuerza, hecho que completaría el golpe. Por el momento la posibilidad de una negociación entre las partes no se dibuja en el horizonte.