Boris Johnson ha dimitido. Tras de sí deja un legado de euroescepticismo visceral, un sinnúmero de declaraciones altisonantes -como cuando definió a los yihadistas como "soplapollas"- y, sobre todo, una relación de amor odio con las cámaras.
Su pelo permanentemente enmarañado, sus grotescas gesticulaciones y su tendencia a meterse en todo tipo de situaciones ridículas han llenado la hemeroteca de fotografías grotescas. Aquí van unas cuantas.
Boris Johnson junto a unos escolares. /
Besando a un cocodrilo durante una visita a Australia. /
Jugando a fúbtol con unos escolares japoneses. /
En un coche de carreras. /