Frente al colegio de primaria del número 17 de la calle Marsella, en el distrito 10 de París, la fila aumenta a medida que avanza la mañana y no todos los que esperan para acceder a las urnas son votantes habituales de la derecha en este barrio de alcalde socialista.
“Son unas primarias abiertas a todo el mundo. Estaría bien que hubiera mucha participación”, dice tímidamente una mujer de mediana edad acompañada de su marido. Una forma indirecta de inclinarse por Alain Juppé, el favorito de los votantes de izquierda para echarle el freno a Marine Le Pen en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de la próxima primavera.
“Aunque resulte un poco raro, es una manera de elegir a quien se enfrentará a nuestro candidato”, comenta una joven de izquierdas al abandonar el colegio. En su interior, Élodie, la presidenta de la mesa, tacha el nombre de los votantes mientras les pregunta, sin mucho éxito, si se ofrecen como voluntarios para el escrutinio que comienza a partir de las 19 horas. Luego, recoge una papelera llena a rebosar de papeletas descartadas por los electores que han salido de la cabina con el nombre del elegido metido en un sobre sepia.
CARTA DE ADHESIÓN
Quienes aguardan su turno para firmar la carta de adhesión a los valores republicanos de centro derecha y pagar los dos euros que les permiten participar en las primarias parecen tener las cosas claras.
“Yo voy a votar por Sarkozy”, confiesa Christophe, de unos cuarenta años. “He visto los programas y creo que es el mejor. A Juppé lo veo mayor. Tengo una tía que vive en Burdeos y dice que, como alcalde, es estupendo, pero yo no lo veo como presidente de la República. Sería un excelente presidente regional”, prosigue.
La jornada se desarrolla con normalidad en el exterior y en el interior del colegio donde, entre las paredes forradas con dibujos escolares de Tintín, es visible el retrato del presidente François Hollande y el busto de Marianne.