GUERRA CIVIL EN SIRIA

El alto el fuego en Siria arranca bajo la estrecha tutela del Kremlin

Asad sostiene que seguirá luchando por reconquistar el país, mientras que los rebeldes apoyan con cautela el acuerdo

Los expertos temen que Damasco torpedee el arreglo, que legitima la intervención militar rusa, mediante ataques con artillería

Dos niñas sirias son atendidas en un hospital de la localidad rebelde de Douma tras sufrir un ataque aéreo del régimen de Damasco. / AFP / ABD DOUMANY

"El éxito del acuerdo (entre EEUU y Rusia) dependerá de la voluntad de Moscú de poner fin a los combates y de extraerse de una guerra en términos honorables, presionando a Asad para que congele la situación militar y se comprometa a llevar a cabo un dialogo político de calado con la oposición". En estos términos se ha pronunciado este lunes, en un artículo publicado en la sección de opinión del rotativo en lengua inglesa 'The Moscow Times', el comentarista y analista político ruso Vladímir Frolov.

Frolov, que llega a calificar el nuevo 'Cese de Hostilidades' (CdH) de "última posibilidad (para el Kremlin) hacia una salida política digna de una guerra que Rusia no puede ganar", enumera en su escrito un sinfín de obstáculos, entre ellos la "falta de confianza" entre Moscú y Washington, y la existencia de "ingobernables y desconfiados aliados regionales" de ambas potencias.

Y precisamente, este lunes, horas antes de la entrada en vigor de la primera tregua, esos socios regionales de EEUU y Rusia han dado muestras de su capacidad contestataria:  los grupos rebeldes, aliados de Occidente, anunciaron que emitirían un comunicado de apoyo a la tregua, aunque a la vez expresando "duras reservas" a los términos del alto el fuego, mientras el presidente sirio, Bashar el Asad, de visita en Daraya, un suburbio de Damasco recientemente conquistado por su Ejército, ha prometido "retomar todos los territorios en manos de los terroristas".

LOS PRÓXIMOS PASOS

Si la tregua que ha entrado en vigor este lunes a las 19.00, hora de Siria, se mantiene durante 48 horas, ésta se prolongará. Si las armas logran callar durante una semana, Rusia y EEUU crearán un centro de mando conjunto para llevar a cabo operaciones militares conjuntas contra las milicias extremistas del autoproclamado Estado Islámico, y de Fateh al Sham, antiguo Jabhat al Nusra, cuyo liderazgo asegura haber renunciado a sus vínculos con Al Qaeda tras haber cambiado de nombre en julio pasado. EEUU y Rusia, con poder de veto, acordarán ambos los objetivos militares a abatir, mientras que la aviación de Al Asad no podrá llevar a cabo ataques aéreos en las zonas donde operen las aviaciones rusa y norteamericana, en un intento de atajar los ataques indiscriminados contra civiles e infraestructura no militar.

Uno de los peligros que el acuerdo descarrile procede de este último punto. Según recuerda Frolov, "el acuerdo no prohíbe a la artillería del régimen o rusa golpear contra objetivos de la antigua milicia Al Nusra, ni tampoco impone (a dichas operaciones) la posibilidad de veto de EEUU", lo que de facto "permite a Asad torpedear el Cese de Hostilidades". Esta rama extremista de los rebeldes combate en muchos escenarios mano a mano con facciones rebeldes más moderadas, y su separación se prevé complicada.

Las experiencias previas de altos el fuego entre Occidente y Moscú, tanto en Siria como en Ucrania, no dan pábulo a un excesivo optimismo. Los acuerdos de Minsk II, que pretendían poner fin al conflicto en el este de Ucrania entre separatistas prorrusos y el Gobierno de Kiev bajo los auspicios de Francia, Alemania y Rusia se han cumplido solo a medias. Pese a que se ha reducido el nivel de violencia, el goteo de muertos es diario, y el principal punto del pacto -la vigilancia internacional de la frontera común ruso-ucraniana, por donde entran suministros y refuerzos militares desde Rusia- sin visos de materializarse.    

Puntos básicos del acuerdo

6.- Después de que se reduzca la violencia se trabajará para poner en marcha un proceso de transición política que ponga fin a la guerra.