Schengen empieza a languidecer

La UE se prepara para la suspensión de la libre circulacion durante dos años

Varios países apuntan a la exclusión de Grecia si no controla su frontera

Familias de refugiados tras cruzar la frontera de Macedonia. / REUTERS / MARKO DJURICA

El espacio de libre circulación Schengen es uno de los grandes logros de la integración comunitaria pero su agonía continúa sin que gobiernos e instituciones de la Unión Europea hayan sido capaces de ponerle freno. El flujo de refugiados hacia Europa no cesa - 30.000 personas en las tres primeras semanas de 2016- y los gobiernos de los Veintiocho han decidido pedir a la Comisión Europea que inicie los trámites legales y prácticos para prolongar los controles fronterizos internos hasta un máximo de dos años, lo que significa permitir la suspensión del espacio de libre circulación hasta 2018.

La idea la lanzó el Gobierno luxemburgués a principios de diciembre pasado, cuando ostentaba la presidencia de turno de la UE, y los Veintiocho la han asumido en bloque. “Actualmente se pueden tomar medidas temporales por un período máximo de seis meses pero el flujo de solicitantes de asilo sin precedentes, que ha llevado a los estados miembros a adoptar medidas nacionales, todavía no se ha reducido. Así que los estados miembros han invitado a la Comisión (Europea) a que prepare la base legal y práctica para mantener los controles fronterizos temporales a través del artículo 26 del código de fronteras Schengen”, explicaba al término del encuentro informal de ministros del Interior el holandés Klaas Dijkhoff.

Decisiones unilaterales

Es uno de los mensajes que salen de este primer consejo de ministros del año, dedicado a hacer balance  y que tiene como conclusión que la situación no solo no ha mejorado, sino que encadena más decisiones unilaterales, como la de Dinamarca de confiscar bienes a los refugiados para costear su mantenimiento. “El año no ha empezado fácil y no soy optimista, pero no soy un derrotista ni tampoco lo es la Comisión. Quiero recordarle a todos que tenemos una responsabilidad hacia nuestros ciudadanos, nuestros estados miembros, países vecinos y también hacia los más vulnerables que buscan protección”, recordaba el comisario de inmigración, Dimitirás Avramopoulos. 

El tiempo se agota y la solidaridad sigue sin calar. “Tenemos que ser realistas. Los plazos actuales no son suficiente para resolver la crisis”, reconocía Dijkhof. Si la decisión anunciada es el primer paso hacia el desmantelamiento del espacio Schengen solo el tiempo lo dirá. De momento, se trata de una medida de autoprotección para dar a Berlín, Viena y al resto de capitales que así lo deseen la cobertura legal que necesitan para contener el flujo de inmigrantes y seguir pidiendo pasaportes a aquellos que quieren cruzar sus fronteras una vez expire el plazo de mayo.

El siguiente paso será una evaluación del Ejecutivo comunitario de la situación en las fronteras exteriores. Si este estudio, que ya está en marcha, revela deficiencias, Bruselas tendría que proponer medidas correctoras al país afectado que, a su vez, tendría tres meses para resolver la situación. Si tras ese plazo, la Comisión constata que el país no ha cumplido, tendría que proponer al Consejo la reintroducción de los controles. “Es algo que se verá en las próximas semanas”, apuntan fuentes diplomáticas sobre un análisis que se espera muy pronto.

La amenaza austriaca

Aunque no se trata, según ha recordado el presidente de turno del Consejo, de expulsar a Grecia del espacio Schengen son muchos los países que denuncian que Atenas no está haciendo todo lo posible para vigilar sus fronteras y evitar que los miles de refugiados que llegan a sus costas pongan rumbo hacia el norte de Europa. “Si no podemos proteger las fronteras exteriores de la UE, la frontera turcogriega, entonces la frontera exterior de Schengen se trasladará hacia centro Europa”, advertía la ministra austriaca, Johanna Mikl-Leitner, una de las más duras e incisivas con Atenas. “Al final, si un país no cumple con sus obligaciones, tendremos que restringir sus conexiones con el espacio Schengen”, añadía el titular sueco de interior Anders Ygeman. 

Para Hungría o Eslovenia la solución pasa por cerrar a cal y canto la frontera entre Grecia y Macedonia. “Nadie se plantea aislar a Grecia”, asegura por su parte el ministro español, Jorge Fernández Díaz, que añade: “Tenemos que ser capaces de hacer compatible una interpretación del artículo 26 que permita garantizar la seguridad y la libre circulación”.

El Gobierno griego se defiende e insiste en que si no ha tenido más éxito en el control es porque no ha recibido toda la ayuda prometida en forma de expertos y de plazas de reubicación de refugiados. Aún así, según la Comisión, Atenas ha prometido tener operativos en cuatro o cinco semanas todos los centros de registro e identificación de refugiados prometidos.

Si Grecia cumple podría ser la señal de que las cosas mejoran. “Por ahora Schengen está a salvo” pero “tenemos pocas semanas”, sentenciaba el italiano Angelino Alfano, tras una reunión en la que también se habló de la guardia europea de fronteras. Los 28 quieren cerrar un acuerdo en el mes de junio. La idea, según admitió Fernández Díaz, sigue sin gustar en Madrid.