Maestros para controlar a los cachorros del yihadismo

Chichones en la frente, cambio de indumentaria y aislamiento delatan a los jóvenes radicalizados

Los expertos creen que los chicos que abrazan el extremismo lo hacen a edades más avanzadas

Unos niños pasan ante la sala de fiestas Bataclan, este miércoles, en París. / AFP / PATRICK KOVARIC

Rompen con sus amigos de siempre y dejan de participar en actividades extraescolares, cambian de indumentaria y suprimen de sus dietas alimentos como el cerdo (en el caso de que antes lo consumieran, claro). "En algunos países, por ejemplo, los han detectado cuando empiezan a lucir un sospechoso chichón en el centro de la frente, provocado por los golpes que se dan contra el suelo cuando rezan", explica un experto. Los síntomas que presenta un joven radicalizado por las doctrinas yihadistas no son a menudo tan evidentes, pero si un adulto está mínimamente atento sí puede observar ciertos cambios.

Otra cosa, objeta Antonio Andrés Pueyo, catedrático de Psicología y Profesor de Psicología y Criminología de la Universitat de Barcelona (UB), es considerar que los maestros de escuela y los profesores de instituto, a los que la Generalitat ha pedido que colaboren en Catalunya para la prevención y detección de jóvenes víctimas de la radicalización yihadista, sean las personas más indicadas para este cometido". Por una cuestión sencilla:"Si bien es cierto que los maestros están en contacto con adolescentes en riesgo de radicalización, quizás estos son aún demasiado jóvenes para que haya una probabilidad elevada de convertirse en militantes". "Me parece un tanto precoz", objeta Andrés Pueyo. Quienes abrazan el radicalismo yihadista lo hacen a unas edades más avanzadas, "a los 18, 20 o 25 años... Cuando ya han terminado la escuela y se encuentran en el proceso de convertirse en adultos, en todo caso", observa.

LAVADO DE CEREBRO

"Suelen ser jóvenes que parece que hayan sufrido una especie de lavado de cerebro, lo que en Psicología se conoce como un proceso de conversión al radicalismo", resume el profesor de la UB. Desde un punto de vista psicológico, casi todos los radicalismos, políticos o religiosos, se generan por mecanismos cognitivos y emocionales similares, explica. "En la adolescencia más tardía, un joven puede experimentar un cambio súbito de creencias, generalmente acompañadas de sentimientos de humillación o injusticia, empieza a tomar conciencia de una nueva identidad, influido por sus iguales, es decir por amigos, por gente de su edad que contacta por las redes sociales o ven a través de los medios de comunicación", indica. A todo ello se suele sumar "una necesidad intensa de pertenencia a un grupo". "El problema es que este es un radicalismo de origen religioso y eso está confundiendo muchas cosas", advierte. 

¿Cómo se puede detectar cuando un joven entra en ese proceso? Pues observando si en sus conversaciones y en sus trabajos del instituto, por ejemplo, aparecen, de forma repetida y hasta cierto punto obsesiva, historias sobre el fin del mundo y otros escenarios apocalípticos. Si se aíslan cada vez más, si cuestionan la autoridad de padres y profesores. Y, cuando el proceso es más profundo, porque "desaparecen definitivamente de clase, ya que, según explican sus amigos o hermanos más jóvenes, se han marchado de viaje".

Las claves de la noticia

  • Hablar con el director  El docente que observa signos o situaciones sospechosas de una radicalización no debe afrontarlo en solitario. Ha de compartir la información que tenga con el equipo de dirección.
  • Trasladarlo al inspector  En todo caso, el inspector de Educación correspondiente debe ser informado sin demora sobre la sospecha.
  • Comunicarlo a la autoridad  En caso de una situación preocupante, todo el personal educativo francés está obligado a informar a la Fiscalía, para que adopte las medidas oportunas.
  • El papel de la familia  Cuando son las familias las que tienen la sospecha (en caso de menores de edad), pueden comunicar su oposición a que el chico salga del país, de acuerdo con el Código Civil francés.

Aunque todavía no se ha fijado un protocolo catalán (la semana que viene habrá una reunión técnica entre las 'consellerias' de Interior y de Ensenyament para tratarlo), el precedente más cercano es el que ha elaborado el Ministerio de Educación francés, donde identifica a jóvenes que sufren una ruptura a distintos niveles. "Difícilmente un único indicio permitirá concluir que se ha producido una radicalización, se trata más bien de un cambio global de comportamiento, que se pone de manifiesto cuando el joven rompe con sus compañeros, cuando rompe con la escuela y multiplica el absentismo, cuando rompe con su familia y protagoniza tentativas de fuga", subraya el documento titulado Prevenir la radicalización de los jóvenes.

Esta modificación de actitudes y comportamientos también se expresa mostrando un "interés súbito por una determinada religión o ideología o cuando las relaciones sociales se reducen a las que se mantienen a través de las redes sociales", prosigue. Con todo, los docentes galos son advertidos de no confundir la radicalización "con la práctica del Islam más riguroso". "Es más bien un cambio de que lleva al rechazo de la ley y conduce hacia la violencia", explican las autoridades francesas en los materiales que han distribuido en centros de enseñanza y otros equipamientos públicos.