RECUERDO DE UNA MATANZA

Noruega recupera la isla de Utoya, escenario del asesinato de decenas de jóvenes

Hace cuatro años el ultraderechista Ander Breivik irrumpió disparando a discrecón en un campamento del partido laborista

Memorial alzado en Utoya para recordar los nombres de las víctimas de la matanza de 2011. / AFP / ODD ANDERSEN

"Vamos a apropiarnos otra vez de Utoya," dijo el líder del Partido Laborista noruegoEskil Pedersen, un día después de la matanza que conmocionó a la pacífica Noruega el 22 de julio del 2011. Ese día, el ultraderechista Anders Behring Breivik hizo estallar un coche bomba en el distrito gubernamental de Oslo donde murieron ocho personas. Después se dirigió a la idílica isla de Utoya, donde un grupo de jóvenes asistían a un campamento del Partido Laborista, y abrió fuego a discreción matando a 69 personas más, la mayoría de ellas adolescentes.

Cuatro años después del doble atentado, el campamento de Utoya abre otra vez sus puertas este fin de semana, con la cifra récord de más de mil asistentes, algunas de ellos supervivientes de la masacre. Los jóvenes se reunirán durante tres días en esta diminuta isla de apenas 0,12 km2 para participar de nuevo al campamento político.

“La oscuridad de los hechos ocurridos en el pasado no deben eclipsar la reapertura del campamento”, ha dicho Emilie Bersaasorganizadora del evento. Para el líder de las Juventudes Laboristas (AUF), Mani Hussaini, el reencuentro en Utoya es un “un paso adelante”. Tras reconocer que es imposible olvidar la tragedia, ha señalado que volver al lugar de los hechos es un ejemplo de lucha por la democracia y la tolerancia.

Con motivo de la reapertura, varios edificios e instalaciones han sido remodelados, otro simplemente derribados por petición expresa de los supervivientes y familiares de las víctimas.  Aunque se ha conservado la “caseta de bombeo”, donde se refugiaron muchos de los jóvenes o la vieja cafetería donde Breivik mató a trece personas. Los agujeros de bala en las paredes todavía pueden verse.

El secretario general de AUFRagnhild Kaski, ha explicado a la prensa que ese lugar es un ejemplo de cómo los buenos y malos recuerdos conviven en Utoya: “Fue donde di mi primer discurso político y, a la vez, es el lugar donde murieron muchas personas”.

Para recordar a las víctimas se ha levantado un monumento de acero de forma circular con el nombre de los fallecidos. El memorial se encuentra rodeado de árboles y tiene unas vistas al lago Tyrifjorden.

GRABADOS A MANO

Los nombres de los fallecidos han sido grabados a mano sobre el acero. El más joven tenía 14 años, el mayor edad, el guardia de seguridad y primera víctima de Breivik, 45. Las familias de ocho de los muertos han preferido mantenerse al margen, aunque se ha dejado un espacio en el memorial por si más adelante cambian de opinión.

“Todavía es demasiado pronto para mí” ha dicho Lisbeth Roynehold cuya hija de 18 años murió en el tiroteo. “No todos sufrimos una pérdida de la misma forma y algunos necesitamos más tiempo para pasar página”, añadió. Roynehold, que dirige el denominado "grupo de apoyo 22 de julio", es la encargada de dar la bienvenida a los jóvenes al campamento, este viernes

Está previsto que visiten Utoya destacados laboristas noruegos, como el secretario general de la OTANJens Stoltenberg, quien era primer ministro del país cuando se cometieron los atentados.

Uno de cada 4 habitantes de Noruega, una nación de 5 millones de personas, se vio afectado por la masacre a través de familiares, amistades o relaciones de trabajo. El doble atentado supuso un duro golpe para la dignidad del país.

Acuasdo de matar a 77 personas, Breivik fue condenado en el 2012 a 21 años de cárcel prolongables si se considera que sigue siendo un peligro para la sociedad, lo que, según los expertos, se traduce a cadena perpetua.