LÍDER POLÉMICO DE IRLANDA DEL NORTE

El Ulster pierde a Ian Paisley, figura clave del proceso de paz

El líder unionista fue un feroz opositor de los nacionalistas republicanos

Martin McGuinnes, antiguo comandante del IRA, dijo haber perdido un amigo

El reverendo 8 El líder unionista norirlandés Ian Paisley, en el 2007. / AFP / PETER MUHLY

La voz atronadora e implacable del más intransigente unionismo noirlandés calló para siempre. Ian Paisley murió ayer a los 88 años, según anunció su esposa Eileen. Fundador del Partido Unionista Democrático (UDP), fue el más feroz enemigo de los republicanos noirlandeses durante casi cuatro décadas. Figura histórica del protestantismo radical, su rechazo visceral a cualquier pacto con los nacionalistas católicos, que perseguían la unión de la isla, le valió durante mucho tiempo el apodo de 'Doctor No'.

Con Paisley no valían compromisos. O al menos eso parecía. Porque la suya terminó siendo la historia de uno de los giros más espectaculares que se han visto en la historia reciente la política británica. Paisley acabó aceptando inesperadamente compartir el poder con sus antiguos enemigos. El 8 de mayo del 2007 se convirtió en ministro principal del Parlamento de Stormont y aceptó dirigir la autonomía con Martin McGuinness, del Sinn Féin. «Si alguien me hubiera dicho que yo haría esto algún día, jamás lo hubiera creído», reconoció él mismo.

Pero no solo fue eso. Ante el asombro general, entre los dos antiguos enemigos irreconciliables se creó una relación de mutua simpatía. Les gustaba asistir a actos públicos juntos y en varias ocasiones se les vio a ambos compartir bromas y reírse a sus anchas.

Ayer, McGuinnes, el antiguo comandante del IRA, rindió tributo a Paisley y dijo haber perdido un amigo. «Fuímos oponentes políticos durante décadas. Él era leal a Gran Bretaña. Yo, a Irlanda. Pero tuvimos una buena y decente relación de trabajo, y una amistad que se ha mantenido hasta el día de hoy».

Odio visceral al Papa 

Ian Richard Kayle Paisley fue el hijo de un pastor baptista. Del padre heredó la pasión por predicar. A los 25 años creó su propia iglesia protestante, la Iglesia Libre Presbiteriana de Ulster. Poco después crearía su propio partido. Como líder del DUP se enfrentó a Londres y se opuso a cualquier acuerdo con los católicos. Con su intransigencia, su demagogia y su discurso incendiario alentó la complicidad con los grupos paramilitares lealistas y prolongó la violencia en la provincia. Una turbulenta carrera dirigida a preservar el poder y la supremacía de la comunidad protestante sobre el colectivo católico.

Padre de cinco hijos, se opuso a la despenalización de la homosexualidad, lanzando la campaña 'Salvemos al Ulster de la sodomía'. El Papa era una de sus fijaciones. En una ocasión interrumpió un discurso de Juan Pablo II al que llamó «el anticristo». Ni siquiera la reina Isabel II se salvó de sus diatribas. «Se ha convertido en un loro del partido laborista», comentó furioso en 1998, al saber que la soberana se disponía a visitar la república de Irlanda. Incluso cuando los electores votaron a favor del Acuerdo de Viernes Santo, que sellaba la paz, Paisley siguió diciendo 'no'. En Irlanda del Norte corría el chiste de que «la última vez que Paisley dijo sí, fue el día que se casó».

Un coste de 3.700 vidas 

Durante largo tiempo no quiso participar en las largas negociaciones de paz en las que, según él, el Gobierno de Londres le estaba vendiendo la provincia a «los diablos de Dublín». Pero al final terminó cediendo. Triunfaron los esfuerzos del primer ministro Tony Blair y su equipo de negociadores, que emplearon mucho tiempo y esfuerzo en convencerle. Paisley enterró el hacha. Fue el fin de la guerra sectaria que había costado unas 3.700 vidas.

Retirado de la vida pública, con problemas del corazón, que desde hacía años le obligaron a llevar un marcapasos, ayer su fallecimiento provocó numerosos tributos. Tony Blair habló de Paisley como «un hombre de profundas convicciones», que «comenzó como militante y acabó como un hombre de paz». Para el primer ministro David Cameron fue un político controvertido pero cuya contribución en los últimos años a la estabilidad de Irlanda del Norte fue «enorme».