Revuelo en Francia

El lío de Hollande

Ejemplar de la revista 'Closer', que difundió ayer el 'affaire' de Hollande con una actriz francesa.

ELIANNE ROS
PARÍS

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¿El presidente tiene derecho a la vida privada? ¿Hasta qué punto su vida sentimental incumbe a los ciudadanos? Cuando se es la primera personalidad pública de un país, ¿dónde se encuentra la frontera entre la esfera personal y la institucional? En la era de internet, ¿existe aún esa frontera? Estas son las preguntas que ha planteado en Francia la revista del corazón 'Closer' tras revelar que el jefe del Estado, François Hollande, de 59 años, mantiene un supuesto «amor secreto» con la actriz Julie Gayet, de 41.

La presunta infidelidad hacia su compañera oficial y primera dama, Valerie Trierweiler, de 48 años, no ha sido desmentida en ningún momento por el jefe del Estado, que ayer emitió un comunicado a título personal en el que lamenta la información, pide «respeto» a su vida privada y amenaza con acciones judiciales. Una vida aireada por 'Closer', que publica fotografías de Hollande, con el rostro cubierto con un casco de motorista, entrando y saliendo disimuladamente de un apartamento situado a pocos metros del Elíseo. Las imágenes van acompañadas de otras del guardaespaldas personal del presidente inspeccionando el lugar antes de la cita. También aparece la actriz franqueando la puerta del mismo inmueble, cedido, según la publicación, por una persona del entorno de la intérprete.

'Closer' aporta incluso detalles sobre las fechas de los encuentros. Sostiene que el presidente pasó la noche en este apartamento con Gayet el día antes y el día después de fin de año. Un dato que apoya la tesis de que se trata de una relación sentimental que va más allá del idilio pasajero. Según la revista, las citas en el apartamento próximo al Elíseo se suceden desde el pasado mes de junio, aunque la relación se inició hace cerca de un año.  De hecho, el presidente y la actriz ya se conocían.

Gayet participó en un vídeo de la campaña electoral de Hollande, en el que le describe como alguien «humilde», «formidable» y «realmente a la escucha». La actriz está actualmente en cartel con la película 'Ames de papiers' (Almas de papel), que aborda el tema de la ruptura amorosa. «Al presidente le ha gustado (la película), a su mujer, no», bromeó recientemente el humorista Stéphane Guillon en Canal+, sentado junto a una Gayet con cara de póker.

FAMILIA Y PODER / La relación ha puesto sobre el tapete el debate de la interferencia entre la vida pública y la privada del presidente. En Francia, tradicionalmente, los medios de comunicación separaban ambas esferas y solo se abordaba la privada cuando al Elíseo le interesaba comunicar al respecto. Los devaneos de los jefes del Estado -incorregibles mujeriegos desde Giscard d'Estaing a Jacques Chirac pasando por François Mitterrand y su doble vida amorosa- eran conocidos en los círculos políticos y mediáticos y nunca han supuesto un obstáculo para llegar al Elíseo. Más bien al contrario. La sociedad francesa se ha mostrado siempre muy tolerante con la infidelidad.

Esta norma no escrita empezó a romperse con Nicolas Sarkozy. Admirador de los Estados Unidos, el dirigente conservador jugó descaradamente a mezclar familia y poder, abriendo una puerta que luego ya no pudo cerrar. Como cuando 'Paris-Match' publicó en portada a su mujer, Cecilia, con su amante y hoy esposo, el publicista Richard Attias.

Durante la carrera al Elíseo, Hollande criticó duramente esta deriva. El autodenominado «presidente normal» prometió separar lo privado de lo público y concentrarse en los problemas de los ciudadanos. Mientras en el extranjero su idilio y posterior matrimonio con la exmodelo y cantante Carla Bruni cosechaba elogios, en Francia esta imagen frívola del presidente era motivo de un profundo rechazo. Para los ciudadanos, el jefe del Estado debe dedicarse en cuerpo y alma a sacar adelante el país.

Cabe pensar que, en plena crisis, esta exigencia sea aún mayor. Los franceses perdonan la infidelidad, pero no admiten que los asuntos del corazón interfieran en el trabajo y la dedicación del jefe del Estado. En este sentido, las fotografías que muestran a Hollande yendo y viniendo de sus clandestinas citas amorosas resultan demoledoras. Según 'Le Parisien', esta situación preocupa sobremanera a los consejeros del Elíseo. Ayer hubo varias reuniones para abordar el delicado asunto y se trabaja en la preparación de un comunicado que clarifique la situación de la pareja presidencial.

DOBLE RASERO / Gayet, que en marzo pasado desmintió rotundamente los rumores que le atribuían un idilio con el presidente, ayer guardó silencio. A petición de sus abogados, 'Closer' anunció que retiraría la información de su web. No obstante, la revista defendió la veracidad de la información y terció en el debate sobre el respeto de la vida privada alegando que Hollande no dudó en exhibirla cuando le interesó hacerlo.

Antes de ser presidente, se dejó fotografiar con su compañera en otra revista del corazón, 'Gala', declarando que Trierweiler era la mujer de su vida. Y durante los años que compartió con Royal, accedió a que 'París-Match' tomara imágenes de la familia con sus hijos menores.

Los socialistas se esforzaron en minimizar el asunto y reivindicar el respeto de la privacidad -muy protegida en Francia- también para el presidente frente a sociedades como la norteamericana, donde la infidelidad constituye un obstáculo insalvable para llegar a la Casa Blanca.

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Salió en su ayuda el cineasta Oliver Stone, de promoción en París. «En América sería un escándalo, el presidente debería dimitir. En Francia es distinto. Es un país más tolerante», declaró mostrándose cómplice con Hollande: «Es muy humano, muy francés, lo adoro». No está claro que los franceses sean tan comprensivos.

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