En 1960, los estrategas de un joven senador de Massachusetts que aspiraba a llegar a la Casa Blanca fueron conscientes de que en estados clave como Tejas o Illinois la victoria, si era, sería por pocos votos. Cada uno contaba, incluyendo los de un grupo que hoy representa el 17% de la población en Estados Unidos pero entonces era solo el 3,2%. El senador era John F. Kennedy. El ansiado grupo eran los latinos.
Y la estrategia funcionó: en su victoria sobre Richard Nixon, JFK ganó un porcentaje del voto latino que nadie había conseguido antes ni ha igualado después: el 85%.Fue el triunfo de una táctica bien diseñada. La convención demócrata había apoyado los derechos civiles, el fin de la segregación, la igualdad de oportunidades, el acceso a la vivienda y los derechos de voto, temas que resonaban con los latinos, entonces predominantemente mexicano-americanos.
Kennedy contaba con un estratega hispano en su equipo, James Carlos McCormick, que impulsó la colaboración con grupos como el GI Forum, compuesto por veteranos de guerra hispanos y activistas, y promovió los clubs Viva Kennedy, organizaciones comunitarias presentes en nueve estados que empezaron a movilizar el voto.
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