Transcurridos dos años del inicio del levantamiento contra el régimen del presidente sirio, Bashar el Asad, ya se puede hablar de líneas de frente y zonas enteras del país en manos de uno u otro bando en liza.
Los movimientos a través del territorio controlado por los revolucionarios, en especial por el norte del país, se han hecho mucho más fáciles que un año atrás, cuando los rebeldes solo controlaban barrios o ciudades y unas pocas e inseguras rutas secundarias.
En la retaguardia, lejos de los combates de Khan Al Asel o de la ciudad vieja de Alepo, existe una relativa seguridad. El único peligro procede de los bombardeos de helicópteros o aviones.
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