La primavera pendiente

Las revoluciones árabes no han mejorado los derechos de las mujeres, aunque sí han hecho más visible su lucha

No habrá libertad hasta que haya igualdad con los hombres

Unas adolescentes asisten, en un gimnasio de El Cairo, a una clase de defensa personal. / AFP / GIANLUIGI GUERCIA

Las revueltas árabes han acabado con cuatro dictadores, un quinto está en la cuerda floja, y han obligado a otros regímenes poco o nada democráticos a introducir reformas políticas. Todo un éxito, más aún si tenemos en cuenta que la historia de esta región, bajo el mando de déspotas de muy larga duración --algunos gracias al apoyo de las grandes potencias-- se ha caracterizado durante décadas por su más absoluto inmovilismo.

La denominada primavera árabe ha hecho florecer expectativas y esperanzas, tal vez excesivas en el momento de más euforia revolucionaria, pero que continúan en pie a pesar de los complejos y en ocasiones violentos procesos de transición. Para los demócratas árabes la lucha continúa, y en este combate, como lo fue durante las revoluciones, siguen teniendo un papel muy importante las mujeres, que llenaron las plazas y las calles durante las revueltas.

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