Parece el clímax de un dramón judicial. Ella llora de felicidad mientras el juez desgrana su triunfo: aprueba el divorcio por malos tratos, le da la custodia de sus tres hijas acompañada de 300.000 yuanes anuales (36.500 euros) hasta que cumplan los 18 años, añade una indemnización por traumas psicológicos de 12 millones de yuanes (casi 1,5 millones de euros) y una orden de alejamiento a su marido (la primera que dicta un tribunal pequinés). "Lo que más quiero decir es: no peguéis a vuestras esposas", acierta a decir ante la prensa que la rodea.
Un tribunal de Chaoyang (Pekín) puso esta semana al más famoso caso de violencia doméstica en China. Durante dos años, los protagonistas han encadenado los capítulos en las redes sociales y estimulado el debate público sobre una cuestión tradicionalmente privada. Li Yang es una celebridad que ha enseñado inglés a 30 millones de chinos con libros, webs y giras en estadios abarrotados. Su estilo evangélico-marcial exige que las masas repitan a gritos sus famosas proclamas. Un tipo con imagen intachable.
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