El periodo de insurrección deTúnez, en 2011, que acabó con la huida del expresidente tunecinoBen Alí, tenía como último fin la recuperación de la dignidad social robada.
Dos años después --cuando aún se recuerda como si fuera ayer la muerte del joven verduleroMohamed Buazizi, que aquel 17 de diciembre del 2010 se quemó a lo bonzo tras sufrir la humillación de un agente de policía que le confiscó su carrito de frutas-- el país sigue hundido en una crisis económica, social, moral y, ahora, también, política.
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