Carrera hacia la presidencia francesa

Hollande será el candidato socialista contra Sarkozy

ELIANNE ROS
PARÍS

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François Hollande será el rival de Nicolas Sarkozy en las elecciones presidenciales de la próxima primavera. El candidato inesperado, aquel por el que muy pocos apostaban antes del descalabro de Dominique Strauss-Kahn, se impuso ayer en la segunda vuelta de las primarias del Partido Socialista a la primera secretaria de la formación, Martine Aubry. Hollande -ganó con el 56% de los votos frente al 43% de su rival- entrará en la carrera por el Elíseo legitimado por una elección abierta por primera vez a todos los ciudadanos, cuya participación superó todas las expectativas con cerca de tres millones de votantes, y que ha catalizado las ganas de cambio de los franceses.

«Este es un proceso irreversible, que se impondrá a todas las formaciones», celebró Hollande en alusión a unas primarias que han descolocado a la derecha. Percibido por los simpatizantes de la izquierda como el candidato más capaz de aglutinar los votos de centro necesarios para desalojar a Sarkozy de la presidencia, Hollande, de 57 años, es el adversario más temido por el actual jefe del Estado. Su trayectoria, su perfil socialdemócrata, su apuesta por un proyecto realista frente a la crisis, presentan pocos puntos débiles. La sospecha de que su pareja actual, la periodista Valerie Trierweiler -por la que dejó a la madre de sus 4 hijos, Ségolène Royal-, fue investigada por los servicios de información, le ha favorecido incluso en la recta final de la campaña.

Una campaña en la que ha construido su imagen por oposición al perfil excesivo y prepotente de Sarkozy. «Quiero ser el candidato del respeto, del diálogo, de la democracia», declaró después de advertir a los socialistas del trabajo arduo que les espera. En primer lugar, mantener prietas las filas después de una etapa en la que las divisiones internas han pasado factura al PS. «Quiero ser el candidato de la unidad, de la reagrupación», dijo antes de agradecer su apoyo a los aspirantes que no pasaron a la segunda vuelta: Royal, Arnaud Montebourg, Manuel Valls y Jean-Michel Baylet.

GESTO CON AUBRY / Desde hacía mucho tiempo, en la sede de los socialistas, situada en la calle Solferino -uno de los barrios más burgueses de París-, no se veía a Hollande y Royal abrazados. El candidato tuvo también gestos conciliadores con Aubry. «Aprecio su dignidad, tiene todo mi respeto», declaró a la primera secretaria, con la que se verá obligado a trabajar. «Pondré toda mi energía y mi fuerza para que Hollande sea el nuevo presidente de la República», afirmó Aubry, visiblemente decepcionada.

La jefa del partido había apostado por un discurso más ajustado a la ortodoxia de la izquierda, pero la gran afluencia de votantes a las primarias -muy superior a los 160.000 militantes del PS- ha favorecido a Hollande. Con este proceso, impulsado por Montebourg, los socialistas han alcanzado su objetivo de generar una dinámica que impulse a su candidato hacia el Elíseo. Después de haber ganado las últimas citas electorales -las municipales y cantonales del 2008 y las regionales del 2010- y de derrotar por primera vez en la V República a la derecha en el Senado, queda ahora el asalto a la presidencia.

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Hollande aborda el reto con una actitud de comprensión hacia los que más sufren la crisis. «He percibido el sufrimiento de los franceses, que no pueden más de los abusos de la presidencia de Sarkozy. También he escuchado su inquietud ante los excesos de la mundialización», comentó en alusión a las protestas de los indignados. La confianza popular la agradeció así: «He recibido un encargo, hacer ganar a la izquierda, y consagraré todas mis fuerzas y energías a ello».

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