Todo fueron elogios para Bernard Kerik, hombre de confianza del entonces alcalde de Nueva York, Rudy Giuliani, que dirigía a la policía de la ciudad. Kerik supo cómo coordinar la labor policial los días después de los atentados. El superagente dejó su cargo cuando venció el mandato de Giuliani en enero del 2002 y poco después fue enviado a Irak para estar bajo las órdenes del entoncesvirrey del país árabe tras la invasión, Paul Bremer. Su trabajo en Irak fue muy criticado. De vuelta a EEUU fue nombrado por George Bush jefe del Departamento de Seguridad, cargo del que dimitió por irregularidades. En el 2010 fue condenado a cuatro años de cárcel por ocho delitos graves, entre ellos fraude fiscal y perjurio a la Casa Blanca.
Los protagonistas
El superagente que ha acabado en la cárcel
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