Fukushima ha enterrado el esplendoroso futuro nuclear japonés. Tokio, uno de los principales baluartes mundiales del sector atómico, anunció ayer un giro copernicano. El plan de elevar del 30% al 50% el origen nuclear de la energía nacional, previo al desastre de Fukushima, es papel mojado. A partir de ahora, Japón se volcará en las energías verdes y renovables, aclaró ayer el primer ministro, Naoto Kan.
Kan dijo que Japón necesita replantearse «desde cero» su política energética a largo plazo después de que el seísmo y el tsunami del 11 del marzo desnudaran las debilidades del entramado nuclear. La energía nuclear y de origen fósil hasta ahora han sostenido la economía japonesa. Kan anunció el advenimiento de dos nuevos pilares para repartir la carga: las energías renovables (como la solar y la eólica) y una sociedad más concienciada en el ahorro energético. «Incrementaremos la seguridad de las centrales nucleares y promoveremos el uso de las renovables», declaró Kan. Japón va muy por detrás de Europa en este sector.
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