GUERRA CIVIL EN LIBIA

Las tropas de Gadafi causan una masacre en Zauiya

Una ofensiva contra la ciudad sitiada, a 70 kilómetros de Trípoli, acaba con 200 muertos

Unos familiares lloran junto al féretro en el funeral, ayer, de una de las víctimas de la explosión del viernes en un depósito de munición, en Bengasi. / DANNY CAMINAL

Unos, con el Corán en la mano, gritan "Alá es grande"; otros pegan carreras, lanzan disparos al aire o queman los neumáticos de los vehículos. Los revolucionarios se muestran nerviosos y se viven momentos de mucha tensión a las puertas del patio de un colegio de Ras Lanuf, convertido en la base militar de la revolución, y desde donde los milicianos se preparan en coches particulares, furgonetas, camionetas o todoterrenos para continuar liberando los feudos del dictador hasta alcanzar su refugio, en Trípoli.

Pero a 70 kilómetros de la capital, en la ciudad de Zauiya, las fuerzas fieles a Muamar Gadafi perpetraron ayer una masacre, según algunos testimonios. Volvieron a entrar a sangre y fuego. La ofensiva lanzada por los mercenarios del dictador contra esta localidad provocó unos 200 muertos, según fuentes hospitalarias. "Es una verdadera masacre. La situación es catastrófica. Han matado a mucha gente", dijo por teléfono un médico de la ciudad a la agencia France Press.

Explosión en Bengasi

Los hombres de Gadafi se retiraron del centro pero cercaron la ciudad. Los opositores todavía anoche seguían resistiendo y defendiéndose con una artillería muy inferior comparada con el aparato bélico del régimen. En Bengasi, la explosión de un coche junto a un polvorín causó al menos la muerte de 20 personas. Todas ellas fueron enterradas ayer.

Pese a todo, los insurgentes progresan hacia el oeste y ayer llegaron a Ben Jawad, a 30 kilómetros de Ras Lanuf. Y en el mismo Ras Lanuf, los llamados "hijos del 17 de febrero" aún no habían terminado de celebrar la conquista y ya estaban preparándose para una nueva guerra. "Mañana por la noche cenaremos en la casa de Gadafi", gritaban exaltados los jóvenes. Para muchos era la primera vez que empuñaban y manipulaban un arma. Pero ahí estaban, dispuestos a sucumbir por la causa de la democracia, blandiendo pistolas, ametralladoras, rifles y moviendo baterías antiaréas.

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